Invertir no es simplemente destinar capital hoy con la expectativa de obtener beneficios mañana; es un proceso que requiere conocimiento, disciplina y una visión clara de los objetivos personales.
Una inversión implica usar recursos actuales para lograr una compensación futura, ya sean intereses, dividendos, plusvalías o rentas. Comprender los términos esenciales te ayudará a diseñar una estrategia coherente y sostenible.
El retorno se mide de distintas formas:
El riesgo se define como la probabilidad e intensidad de pérdida permanente o de que el resultado difiera del esperado. La relación riesgo–retorno a largo plazo explica que, en general, activos con mayor riesgo ofrecen potencial de mayor rentabilidad, aunque sin garantías.
El riesgo puede presentarse en diversas formas, y conocerlas te fortalecerá como inversor:
Para comparar y optimizar tus inversiones, estas métricas son esenciales:
Rentabilidad media: la media aritmética muestra un promedio simple de retornos, mientras que la media geométrica (CAGR) refleja la tasa de crecimiento anual compuesta, más precisa a largo plazo.
Volatilidad: basada en la desviación estándar de los retornos periódicos, cuantifica la imprevisibilidad del activo o cartera.
Ratio de Sharpe: mide cuánto retorno extra se obtiene por unidad de riesgo, restando la tasa libre de riesgo y dividiendo por la volatilidad.
Ratio de Sortino: similar al Sharpe, pero penaliza únicamente las caídas, ideal para inversores sensibles a pérdidas.
Beta y Alfa: la Beta indica la sensibilidad de un activo frente al mercado, mientras que el Alfa refleja el exceso de retorno que un gestor aporta sobre lo esperado según el riesgo sistémico.
Correlación: valora la relación entre movimientos de dos activos (–1 a 1), clave para construir diversificación eficiente.
Veamos casos prácticos para entender mejor:
Ejemplo de retorno: invertir 10.000 unidades monetarias y terminar el año con 10.800 implica una rentabilidad del 8 %.
Riesgo vs retorno:
Ratio de Sharpe (con tasa libre de riesgo al 2 %):
Cartera X: 8 % de retorno medio, 10 % de volatilidad → Sharpe ≈ 0,6. Cartera Y: 10 % de retorno medio, 20 % de volatilidad → Sharpe ≈ 0,4. Así, X aprovecha mejor el riesgo.
Impacto de la volatilidad en la rentabilidad compuesta: un año +20 % seguido de –20 % deja el capital por debajo del punto de partida, evidencia de por qué la variabilidad afecta al rendimiento acumulado.
Estos rangos son aproximados y no garantizan rendimientos futuros; sirven como contexto en mercados desarrollados durante varias décadas:
Los resultados varían según el país, período y condiciones macroeconómicas.
Conocer tu tolerancia al riesgo te guiará al seleccionar activos y pesos en tu cartera. Considera:
Una vez definidos conceptos y perfil, aplica estas técnicas:
1. Diversificación de activos: no poner todos los huevos en la misma cesta. Combina clases de activo con correlación baja para suavizar variaciones.
2. Rebalanceo periódico: ajustar pesos según desviaciones de tu asignación objetivo, logrando un rebalanceo periódico para tus objetivos y capturando ganancias de activos sobrevaluados.
3. Control de costos: comisiones, spreads y fiscalidad impactan tu rentabilidad neta. Busca vehículos de inversión eficientes.
4. Plan de inversión y disciplina: define reglas claras de aportes y salidas, mantén la estrategia incluso en ciclos volátiles. Un plan de inversión y disciplina sistemática es tan importante como los activos seleccionados.
Optimizar tus inversiones es un ejercicio continuo que combina teoría, datos históricos y autoconocimiento. Mantén la educación financiera, revisa periódicamente tu estrategia y adáptate a cambios de contexto.
Referencias