En un mundo cada vez más digital, el control de los datos financieros por parte del usuario se convierte en un activo valioso. El open banking surge como respuesta a esta necesidad, promoviendo una nueva era de servicios bancarios personalizados.
En este artículo exploraremos conceptos, regulaciones, beneficios, casos de uso y desafíos, ofreciendo un panorama completo para entender cómo la banca abierta está transformando el ecosistema financiero.
La banca abierta, o open banking, es un modelo en el que las entidades financieras comparten datos de clientes, bajo consentimiento expreso del usuario, con terceros mediante APIs seguras.
Se diferencia de la banca tradicional, donde los datos quedan encerrados en sistemas propietarios, y del open finance, que extiende el concepto a seguros, pensiones, inversiones y servicios públicos.
Entre los actores esenciales destacan:
El concepto de banca abierta cobró fuerza tras la crisis financiera de 2008, dirigida a fomentar competencia y transparencia. La Unión Europea implementó la PSD2 en 2018–2019, obligando a los bancos a exponer sus APIs.
En paralelo, el Reino Unido lanzó en 2016 el programa OBIE (Open Banking Implementation Entity), pionero en autorizaciones y millones de usuarios activos. Brasil, a partir de 2020, desplegó su open banking en cuatro etapas, con metas claras de inclusión.
En mercados como México, Colombia y Chile avanzan iniciativas de datos abiertos financieros, mientras que en Estados Unidos y Asia predomina un enfoque más market-driven, con estándares de facto.
La lógica de fondo es tratar los datos financieros como un activo del cliente, no del banco, habilitando su portabilidad para impulsar competencia e innovación.
El valor del open banking se manifiesta de distinta forma según el tipo de actor involucrado.
Los usuarios ganan mayor control sobre su información personal y vistas unificadas de sus finanzas.
Las entidades tradicionales y emergentes pueden monetizar APIs, crear productos “as a service” y mejorar la eficiencia operativa mediante automatización.
El open banking abre posibilidades de pagos directos cuenta-a-cuenta, reduciendo comisiones y tiempos de liquidación.
Además, facilita la integración de servicios financieros embebidos en productos de retail, marketplaces y plataformas de economía colaborativa.
La teoría se traduce en aplicaciones reales que ya mejoran la experiencia financiera de millones de personas.
Algunos ejemplos destacados:
En mercados maduros, se contabilizan decenas de millones de usuarios de open banking, con tasas de crecimiento anual de doble dígito.
Aunque el potencial es enorme, existen desafíos técnicos, operativos y de seguridad que requieren atención.
Desafíos técnicos y operativos incluyen:
En materia de seguridad y privacidad, los riesgos abarcan:
Más puntos de acceso significan una mayor superficie de ataque, y la gobernanza del consentimiento exige procesos claros para otorgarlo, revocarlo y auditarlo.
La confianza del usuario depende de una gestión transparente del consentimiento y protocolos de cifrado robustos.
El open banking representa una oportunidad sin precedentes para innovar en el sector financiero. Usuarios, bancos, fintechs y comercios pueden beneficiarse de un ecosistema más competitivo y eficiente.
Superar los retos de estandarización, seguridad y costos permitirá consolidar un mercado donde los datos sean verdaderamente portables y el usuario final el verdadero protagonista.
El futuro de las finanzas pasa por la colaboración abierta y el empoderamiento del cliente. Aprovechar este impulso es clave para construir servicios financieros más inclusivos, ágiles y centrados en las necesidades reales de las personas.
Referencias